Innovación
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INNOVACION ESTRATEGICA: REDISEÑANDO LA FORMA DE PENSAR Y CRECER

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Cuenta una vieja leyenda que cuando le preguntó al Maestro como alcanzar la sabiduría, él le respondió: "La diferencia entre una persona tonta y una inteligente, es que el segundo siempre comete errores diferentes... Pero hay más..." replicó. "Y entre una inteligente y una sabia, es que el segundo además aprende de los errores ajenos”

Una gran lección, que aún cuando sigue siendo válida, al analizarla superficialmente pareciera no explicar porque personas y empresas que una vez han aprendido el secreto del éxito, y aprendido como esquivar las artimañas, trampas y caminos de los errores que pudieron llevarle al fracaso, repiten su fórmula con perseverancia y consistencia, y aún así, no lograron mantenerse en la cúspide de sus propios logros… Pareciera que aprender de los errores pasados ya no es suficiente sino que debemos aprender también como ganarle a nuestro propio éxito, o simplemente acostumbrarnos a la idea que es sólo cuestión de tiempo para que nuestros sueños se desmoronen frente a nuestros incrédulos y estupefactos ojos… Pareciera que de pronto ya no existe constante que respetar y de lo que se trata es buscar, como lo presentan muchos profesionales, moverse continuamente siguiendo cualquier aspecto que llegue a la mente en un afán de “innovación continua y cambio permanente”…

Pero el problema es que, aunque se mantenga constante en repetir la fórmula que llevo al éxito, o incursione en una filosofía del cambio constante, el éxito parece ser un vaivén constante, que los administradores suelen llamar “el ciclo de vida de las organizaciones”, vaticinando y justificando que el fracaso es simplemente cuestión de tiempo y parte de un proceso que concluye en el fin para cualquier organización o persona. Sin embargo, ¿Cómo lo logran esas pocas personas y organizaciones cuyo éxito parece irse incrementando año tras año en un horizonte de largo plazo? ¿Será acaso un secreto mágico como el Toque de Midas, que les acompaña? ¿O simplemente será que son inmunes al ciclo natural?

Creo que no… el éxito se diseña y se construye, no es suerte ni producto de la fortuna. Toca constantemente a tu puerta, pero para que pase adelante y se siente en tu sala, debes tanto reconocerlo como estar listo para él, pues es un huésped que si no le atiendes con excelencia, buscará alguien más que lo haga, aún cuando ya haya pasado a tu casa… Pero la buena noticia es que definitivamente no es la única ocasión que llegará… seguirá llegando una y otra vez, y el único que puede evitar que pase adelante eres tú en persona, mente y corazón. ¡Tú eres la clave!

Para poder reconocerlo, lo primero es tener claridad de lo que realmente quieres más que tener una amplia enumeración de lo que no quieres… Muy frecuentemente cuando pensamos en nuestro propio éxito lo hacemos en función de lo que queremos evitar más que de lo que buscamos lograr. En muchos estudios realizados a jóvenes y profesionales de diferentes edades, se ha demostrado que sólo alrededor del 3 al 5% de las personas tienen claridad con suficientes detalles para definir que es el éxito para ellas… Y lo mismo sucede en las organizaciones.

El éxito más que una definición general es una reflexión individual, en el que la persona o la cúpula directiva logra encontrar y responder a qué espera de la vida en sintonía con lo que la vida espera de ella. El éxito más que un ejercicio académico o un plan de actuaciones, es el resultado de escuchar al corazón, indicándole y sinergizando con nuestro cerebro, sobre la concepción de que es lo que nos hará plenamente feliz y satisfechos, sin importar que tanto esfuerzo haya que lograr para conseguirlo. Finalmente, el éxito más que el destino de un sendero de aplausos, es el temple conseguido al triunfo ante constantes y férreos opositores, iniciando por nuestro propio temor a contar con la suficiente fortaleza de nuestras capacidades, el temor a simplemente no poder alcanzarlo, o, principalmente, el temor a perder, en el intento, tanto lo que tienes como aquello mismo que define quien y como eres.

Articula la definición de tu propio éxito en una forma tan simple y sencilla que no tenga espacio a dualidades en prioridades ni puedas olvidar lo que buscas. Visualiza como sería tu vida y la de quienes te rodean y quieres que lo compartan contigo cuando lo logres, que ventajas tiene sobre la situación actual, que de todo eso es realmente lo medular y más importante, y que sacrificios estás dispuesto a hacer para conseguirlo y por qué quieres lograrlo. El éxito siempre es sinónimo de renuncia a aquello que es carga innecesaria. Es alineamiento más que golpe. Es el filo de la espada de un Samurai más que una bala de cañón.

No te embarques en ningún cambio antes de visualizar la brecha entre tu proyección y tu situación actual, y estar completamente seguro que los sacrificios valdrán por mucho el esfuerzo. No te embarques en ningún cambio si esa brecha no genera estrés y urgencia en ti, y el deseo de querer iniciar el cambio a la brevedad, no importa que tan confortable sea la situación actual para ti. No te embarques en ningún cambio trascendental en tu vida si lo haces huyendo de un estado sumamente incómodo y molesto para ti: no es huir sino conseguir, no es alejarte sino avanzar, no es un escapar de tu pasado sino construir tu futuro.

Sólo hasta entonces tendrás claridad que aspectos tienes que innovar y cambiar; que aspectos pueden esperar y cuales son críticos empezar a la brevedad; que aspectos debes o puedes sacrificar en el camino y cuales no estás dispuesto a ceder y serán los puntos ancla o asideros de tu avance; y finalmente, en que aspectos ya cuentas con suficientes recursos y capacidades, y en cuales debes empezar a aprender, no sobre la base de lo que eres o tienes, sino sobre la base de lo que quieres y pretendes ser.

Una vez tienes claridad de tu destino, es momento de planificarlo y empezar a construirlo, ordenando las actuaciones en un programa de trabajo que te lleve a tu éxito. Dichas actividades deben ser específicas, con resultados medibles, recursos asignables, realistas, y programadas en el tiempo, ellas mismas y su secuencia. No dejes nada suelto… ningún aspecto a la suerte. La suerte te alcanzará cuando trabajes coherente y consistentemente por tu éxito. No dejes nada al destino… ningún logro se construye sólo por el tiempo. El tiempo será tu aliado cuando la urgencia de alcanzar el siguiente eslabón de tu programa sea tan intenso en ti que los obstáculos del camino sean ayudas del destino para fortalecer tus capacidades en el logro de tu meta.

Ten en cuenta que por mucho que tengas claridad de tu destino, eso no te libra de los pantanos en el camino. Define en tu programa indicadores de alerta, que te avisarán cuando es tiempo de activar la ruta alterna para bordearlo sin perder tu rumbo.

La verdadera innovación y cambio estratégico no se consigue con soluciones inmediatas o parches cual si fueran problemas técnicos, donde el especialista dictamina el camino a seguir. Es un cambio que parte por internalizar el estrés de no hacerlo, generando tanta tensión emocional como creativa, donde el corazón y el cerebro entran en sinergia, para poder transformar el pánico y la incertidumbre de la inexperiencia en la que avanzaras en este proceso, al deseo incondicional y perseverante de vencer los retos venideros por complicados que éstos sean, para poder alcanzar tu éxito.

Asegúrate que al llegar por fin a la cúspide de tu escalera, sea exactamente donde quieres estar, y no descubras entonces que apoyaste la escalera en la pared equivocada, o que has dejado en el camino personas o aspectos de tu vida que te no te permitirán encontrar esa felicidad y satisfacción que pretendías alcanzar. Ten en mente que ningún éxito vale la pena si no has logrado ser sinérgico con tu entorno y con los demás. No es a costa de, o sobre de… Es en conjunto con, y en armonía a…

Finalmente, una vez logres tus metas, y aprendas como subir tu montaña de la vida, celebra, festeja, comparte, grita, goza, llora si es necesario… Pero no te detengas. Entonces, y sólo entonces, tendrás tanta energía y verás tan claro tus capacidades, que podrás apreciar que tu montaña nunca fue tan alta como creías, y tienes suficientes habilidades para escalar la siguiente: mucho más alta, más especial, y con mayores retos y logros para ti. Entonces habrás rediseñado tu forma de pensar y de crecer, de encontrarte con lo que verdaderamente te hace feliz y lo que da sentido a tu vida, de creer en ti y en esa fuerza interna que nos une a todos. ¡Éxitos y Felicidad!

Del Autor



Guillermo Montúfar

Empresario, Asesor y Catedrático Universitario en Centro y SurAmérica, actualmente laborando tanto en Universidades en Chile, impartiendo clases en programas de Post Grado, como Director de Proyectos y Programas de Fondos de Cooperación. Gerente General de las empresas de Grupo Tecnología. Posee... [ver más]
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